martes, 28 de septiembre de 2021

Huevos revueltos. 251



Ignacio llegaba a la sede del banco para verse con la mujer del banco, la que le aprobó el crédito la primera vez gracias a la ayuda del policía Eloy, su expareja que se quitó la vida. Ahora era Ignacio, que tuvo que acostarse con ella para conseguir otro crédito. Pero no se esperaba que Alicia, la gerente, lo volviera a llamar para repetir. De nuevo se tomaba una pastilla para poder rendir.


–Pasa Nacho, adelante.
–Hola Alicia. -Se le acercó para darle un beso en la mejilla. Se sentó frente a ella en el escritorio.
–Bueno, ya estoy aquí. ¿Le damos? 
–Chico pero, ¿Estás apurado?
–No...no...nervioso, que tontería, ya estuvimos juntos.
Alicia se le quedó mirando, Ignacio también la veía pero bajó la mirada, movía nervioso las piernas, su pene comenzaba a moverse entre sus piernas.
–Vamos a ser algo. Te invito a mi apartamento y así estamos más cómodos.
–¿A tu apartamento?
–Si, así lo conoces. Y cuando quieras te quedas a dormir.
–Oye Alicia, yo te agradezco la invitación pero, pasó lo que pasó por una razón, el crédito y creo que estás desviando las cosas. 
Alicia se levantó y se fue detrás de la silla de Ignacio, le puso las manos en los hombros.
–Nacho, Nacho, relájate...vamos a disfrutar el momento. Lo hacemos y firmas los documentos. Nos va a llevar el chofer, luego él te lleva a tu casa.

Mientras iban en el carro, ambos en el asiento de atrás, Alicia le tocaba la entrepierna. Tenía el pene erecto. –No pareces nervioso. Esto está duro. -Ignacio miraba al chofer y luego a Alicia. –Tranquilo, él es chofer, solo está pendiente de la vía y tiene puesta la radio. Podría hacerte sexo oral y no se enteraría. -Puso su mano en la cremallera para bajarla, pero Ignacio le tomó la mano.
–Vamos a esperar a llegar ¿si?.
–Como ordene el señor.

Llegaron al apartamento. Alicia dejó la carpeta en la mesa mientras Ignacio observaba el penthouse. Un loft gris todo industrial con toque de colores en algunos puntos.
–No te quedes ahí parado, luego puedes disfrutar del penthouse. Vamos a la habitación.

Alicia se bajaba de encima de Ignacio que estaba con la respiración agitada, igual ella.
–Wow...mejor que la otra vez. Niño pero sigues con el mastil firme ¿Seguimos? -Alicia comenzó a mamarlo.
Ignacio comenzó a acariciarle el cabello.
–Alicia, Alicia, para, ya va.
–¿Qué pasa?
–Es que...-Se acomodó en la cama y se sentó. –...A ver... Este, ya lo hicimos, la otra vez y ahora, me dijiste que el crédito está aprobado, entonces quiero firmar los papeles e irme.
–¿Pero cuál es tu problema y la angustia?.
–Alicia, soy gay...hice esto para que me aprobaras el crédito...yo.... -Alicia se levantó y salió de la cama.
–Sé que te mentí...pero coño necesito la plata.
–Nacho, Nacho...tuvimos sexo dos veces, maravilloso el sexo. ¿Tú crees que me importa si eres gay?
–Me tomé unas pepas en las dos oportunidades.
–Me impresiona lo que has hecho para conseguir lo que quieres. Te pareces a mi. -Dejó al muchacho en la habitación y, así desnuda, se fue a la sala a buscar la carpeta. Tomó un bolígrafo y regresó a la habitación.
–Toma. -Le lanzó la carpeta y el bolígrafo. –Pon tu firma donde dice tu nombre bajo la línea.
–Gracias... De verdad que es una gran ayuda y disculpa lo malo, toma.
–¿Sabes que hasta que no introduzca esta carpeta firmada no está el dinero en tu cuenta?
–¿Esta perra me va a joder hasta el final, quiere seguir tirando?. Bueno...si.
–Te propongo algo. Te doy el crédito, te lo regalo, yo lo pago, pero te vienes a vivir conmigo mientras consigues apartamento. O si quieres vives conmigo y disfrutas ese dinero para tu negocio o para ti. Este loft es inmenso para mi sola.
–Y si me niego.
–No tendrás el credito y libero los intereses del otro crédito. No queremos llegar a eso.
–Soy gay Alicia, me gustan los hombres.
–¿Necesitas más pepas? Yo te las compro. Puedes seguir revolcándote con los machos y si tienes novio. Pero vives conmigo.
–¿Pero por qué yo? Tanto hombre que puedes conocer.
–Me gustas tú, me gustaba Eloy pero se mató.
–¿Puedo pensarlo?
–Claro mi amor, mientras lo piensas la carpeta estará archivada.
–¿Me puedo ir?
–Nacho, no estás preso ni secuestrado. Dúchate, come algo y luego el chofer nos lleva, a ti a tu casa o trabajo y a mi al banco.

Luego de ducharse y vestirse, Ignacio sale a la sala donde se encontraba Alicia sentada en una mesa de vidrio con un laptop, sus lentes puestos y totalmente desnuda.
–¿Ya estás listo el hombre?
–Si...
–Estoy trabajando, aprovecha y come algo, busca en la cocina, hay cerveza, si quieres vino abre una botella y me sirves una copa.
Ignacio entra en la moderna cocina y estaba impresionado, abrió la enorme nevera y había de todo, embutidos, quesos, aceitunas, huevos, verduras, cervezas, cremas para untar, frutas, yogures.
Mierda, hay de todo, voy a abrir una botellita de vino. -Cierra la puerta de la nevera y se le aparece justo ahí Eloy, Ignacio se quedó inmóvil y se puso pálido.
–Tíratela, chuléatela, si te trajo a su casa es que le gustas que jode papi. Mámale la cuca y la vas a enloquecer. -Ignacio cerró los ojos y los volvió a abrir y Eloy había desaparecido. Se sostuvo de la nevera para que se le pasara el mareo, sacó una cerveza y la bebió.

Se acercó a la mesa donde estaba la mujer y le dejó un plato con quesos y embutidos y la copa de vino. –Qué lindo, gracias, ya voy a terminar y nos vamos. -Ignacio se agachó y le dio un beso en la boca, se colocó frente a ella en el escritorio. –"Mámale la cuca y la vas a enloquecer"- Ignacio miraba a Alicia que estaba concentrada en el monitor, él se agachó y se metió debajo de la mesa llegando a la entrepierna, le abrió las piernas y metió su cara. –Mierda, ¿Qué coño estoy haciendo? Le voy a mamar la cuca a esta tipa.  -Sacó su lengua y comenzó a moverla, Alicia se quitó los lentes y echó la cabeza hacia atrás, gemía y movía sus piernas. Luego de unos segundos, soltó un grito y la boca de Ignacio se mojó en flujo. Soltó un suspiro y acostó la cabeza en el vidrio.

Un silencio invadía el auto, no había música, solo se escuchaba el sonido del aire acondicionado.
–Lo que me hiciste en el escritorio no lo voy a olvidar jamás. Serás gay pero sabes como excitar a una mujer. Sería un orgullo darte un hijo.
–¡No me jodas que estás preñada!
–Tomo pastillas y tengo el aparato, tranquilo. Y ya tengo 42 años.
–Todavía puedes tener hijos.
–¿Tú quieres tener hijos?
–No sé...

Ya lo averiguaré ahora que me quite el aparato y deje las pastillas. Ser la madre de tu hijo me hará feliz. -Pensaba Alicia mientras tomaba de la mano a Ignacio.



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