jueves, 3 de junio de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 139

 


Renato le servía un café a Juan Pablo que había ido con el chofer de la tienda donde compró el colchón.

-Toma, la verdad no debiste molestarte comprando este colchón.
-Debía hacerlo, me sentí muy mal por lo que pasó.
-Dame tus datos bancarios y te hago una transferencia. -Renato tomaba su celular y Juan Pablo se levantó. No, no, por favor, no voy a permitir que hagas eso. -Renato lo vio a los ojos. -Es tan blanco y hermoso, tiene una mirada inocente. -Dame tus datos por favor.
-Que pena. -Le dio los datos. -No estoy de acuerdo con esto.
–Tranquilo, no todos hacen lo que tú hiciste.
-¿Evacuar en pleno sexo? -Renato se rió.
–No vale, no pienses en eso, digo del gesto de comprar un colchón que se manchó.
–Eres muy amable y guapo. Ignacio es medio patán y parece molesto. Tú en cambio eres...
–Soy una persona que será cura muy pronto.
–¿Y es realmente lo que quieres, ser cura?
–Dios me envió una señal, un mensaje, un mandato y debo cumplirlo.
–Es decir que lo haces por mandato divino no por que deseas serlo.
–Voy a mi habitación a buscarte algo. -Juan Pablo miró el colchón y luego a Renato verlo entrar por la puerta.

Renato regresaba a la sala con la Biblia en su mano, se detuvo al ver a Juan Pablo desnudo acostado en el colchón, levantó las piernas dejando al descubierto su pálido culo frente a Renato.
-¿Qué haces?
-Hazme el amor, estuviste con Nacho, ahora hazlo conmigo.
–Por favor, párate de ahí. -Renato lo tomó del brazo y lo puso de pie.
–¿Tú también me vas a rechazar, tú que estás cerca de Dios? Yo soy un hijo de Dios, albino, pero soy como tú. -Abrazó a Renato y le dio un beso en la boca golpeándole un diente.
-Aaaauu, Juan, entiende, yo me estoy preparando para seguir los pasos del Señor, esto que haces es un tentación del Diablo para hacerme flaquear. Vístete y ve a tu casa.
–No, no me rechaces, cógeme y luego me voy, por favor, prometo no cagarme de nuevo, hazme el amor. -Juan Pablo se arrodilló y le bajó el mono descubriendo un enorme pene, que no era ni remotamente el de Ignacio. Se asustó y dudó en introducirlo en su boca. Cuando lo tomó con su mano, Renato la quitó.
–No lo hagas.
–Déjame hacerlo, nadie lo sabrá, a nadie le diré que me penetraste. -Se lo introdujo en la boca y torpemente lo mamaba rozando los dientes con el pene mientras este crecía. Renato lo tomó del pelo y le hacía tragar el pene completo aunque a Juan Pablo le daban arcadas y retiraba el pene de su boca tosiendo y soltando saliva mientras sus ojos lloraban del ahogo.
–Lo tienes enorme...yo no creo...no me lo voy a meter. -Renato lo tomó de nuevo del cabello y le levantó la cabeza mirándolo a los ojos.
-Viniste a sacarme fiesta para cogerte ahora te quedas hasta el final. Te aguantas. Espera mientras busco el condón.

Regresó con el condón y el lubricante. –Ponte en cuatro. -Juan Pablo obedeció apoyando su cabeza en el colchón y con sus manos abriendo sus blancas nalgas.
–Es impresionante lo blanco que eres.
–Soy un fenómeno, cógete al fenómeno y luego lo botas pero cógetelo. -Renato se quitó el mono sin quitarse la franela. Derramó una buena cantidad de lubricante en el culo de Juan Pablo que al sentir el frío líquido se movió soltando un leve gemido. Renato restregó su mano alrededor del ano y luego deslizó suavemente un dedo dentro provocando otro gemido del muchacho pero ya Renato iba por el segundo dedo mientras abría el condón.
Se lo colocó, tambíen dejó caer lubricante. Le dio una fuerte nalgada a Juan Pablo, volvió a moverse y en segundos la piel de la nalga se enrojeció. Apoyó el pene. La piel extremadamente blanca contrastaba con lo oscuro del miembro de Renato que se abría paso lentamente sintiendo como temblaban las piernas de Juan Pablo y estaba tenso.
-Despacioooo, me duele... Ya va. -El muchacho intentaba con su mano sacar el pene y empujar a Renato pero este tenía más fuerza. 
Renato dio otro empujón y la mitad de su pene entró provocando el grito del muchacho. Otra nalgada pintó de un rojo fuerte la nalga derecha de Juan Pablo. Lloraba pidiendo que se detuviera pero Renato volvió a empujar cayendo al colchón el muchacho y sobre el Renato. 
Los gritos no se detenían y Juan Pablo lloraba aguantando el dolor. Renato movía sus caderas metiendo y sacando su enorme pene del blanco culo. Lo volvió a levantar, empujó y con otra nalgada sacó su pene. Juan Pablo cayó en el colchón mientras su cuerpo temblaba y su piel blanca parecía de gallina, se estaba enrojeciendo.
-Voltéate que no he terminado. -Decía Renato que sudaba y respiraba con fuerza. –Levanta las piernas.
-Ya va, me duele.
-¡Coño levanta las piernas! –Renato se las levantó y el chico las sujetó. Su culo estaba rojo y dilatado, Renato tenía la mitad del condón colgando de su pene y se lo quitó. 
-¿Vas a seguir chillando?
-No...AAAAAAAAAH -Renato de un solo empujón penetró hasta el fondo a Juan Pablo que gritaba del dolor. Renato apoyó sus manos entre la cabeza del chico mientras movía sus caderas con rapidez escuchando a Juan Pablo gemir y llorar, ya no pedía que se detuviera.
Para que se tranquilizara un poco, Renato se agachó y lo besó.
–Ya dejaste ser virgen por completo, ahora dile a Nacho que te coja de nuevo.
–Me estás haciendo daño.
–Daño me hiciste tú al venir a provocarme. -Comenzó a moverse más rápido y viendo como el rostro del muchacho se enrojecía cada vez más. Gritaba hasta que Renato le tapó la boca, empujó con más fuerza y ahora con un grito fuerte, Renato acababa dentro de Juan Pablo. Se echó a un lado, intentando controlar su respiración. Juan Pablo bajó las piernas y el dolor en su culo se intensificó. Se levantó del colchón y se mareó. Tuvo que sentarse de nuevo.
–¿Me prestas el baño para bañarme?
–Si....luego...te vas....quiero estar solo...necesito estar solo. -Juan Pablo se levantó nuevamente y fue al baño.

Cuando le cayó el agua caliente en el culo sintió el ardor y tuvo que detenerse hasta que se le calmara el dolor. Puso el agua fría. Mientras se enjabonaba lloraba, pensando que cada vez que tuviera sexo iba a ser igual, lo hacían con él y lo botaban. –Me usan y luego me desechan.
 
Al salir del baño consigue a Renato arrodillado en el cuarto golpeando su espalda con un látigo de cuero. Se azotaba una y otra vez sin detenerse. Su espalda sangraba. Juan Pablo se quedó de pie viendo la escena. Luego de 20 azotes más, se detuvo.
–Renato...yo...ya....me visto y me voy ¿Que haces?
-Déjame solo, vístete en la sala y te vas, no quiero verte al salir.
Juan Pablo salió y se vistió en la sala. En el colchón estaba la Biblia, la tomó, vio la portada y luego la dejó caer. –Este tipo está loco, es un enfermo. -Se agachó y volvió a sentir el dolor en el culo, se lo tocó y lo tenía inflamado, miró sus dedos y tenían sangre.
Terminó de vestirse y se fue del apartamento.

Renato siguió  castigándose hasta que no aguantó más y cayó al suelo desmayado del dolor.



 

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