viernes, 4 de junio de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 140

 


Castro tenía a Agustín boca arriba y las piernas hacia los lados. Lo penetraba mientras el chico, con un espejo miraba como el enorme pene entraba en su cuerpo. Observaba la imagen mientras no paraba de gemir. Ver aquello lo excitaba más. Castro retira la mitad del pene y ve a Agustín.

–Dale cómetelo tu solito. -Agustín deja el espejo y echa sus piernas hacia atrás, mueve sus caderas hacia arriba y empuja para que el pene entre completo en su culo, Castro también empuja y ahora le dice que se voltee. –No lo saques flaco, ponte en cuatro pero que no se salga, siente la verga mientras giras. -El muchacho lo hizo, mientras giraba sentía dolor pero respiraba y apretaba el culo. Terminó de girar y Castro no se detuvo, siguió moviéndose mientras tomaba a Agustin con fuerza por los hombros, que no paraba de gritar y hacer sonidos. Se aferró a la almohada y Castro gruñía. Sonó el timbre. Castro no se detuvo y Agustín con su cabeza en la almohada. Volvió a sonar, el hombre vio el reloj.
–¡Coño ya es la hora!
–¿Qué? -Castro seguía moviéndose pero ahora se sostenía desde las caderas del muchacho.
–La hora para que atiendas a los propietarios y paguen.
–Ay para, para amor.
–No joda, no me hagas parar, todavía falta.
–No, no, para, seguimos luego. Yo me comprometí.
–No me vas a dejar con el güevo parado. Lo atiendes después. -Agustín se movió para retirar el pene.
-No amor, ahora seguimos, tengo que atenderlos. Te dije que a esta hora no podíamos.
-Ah no joda ¿ahora el condominio me va a decir a qué hora puedo tirar? Yo te cojo cuando me de la gana.
-Baja la voz, ahora seguimos.
-Dentro de dos horas será. Ahora yo con el bicho tieso y no se me baja.
-Hazte la paja.
-No me da la gana, te tengo a ti. Ve.
-Agustín se puso un mono y la franela, estaba acalorado y agitado, aún así fue a abrir la puerta con las carpetas y el punto de venta.

–Hola, buenas noches.
–Hola Agustín, soy yo, la ex de Castro.
–Susana...hola...que sorpresa...¿No estabas fuera del país?
–Si, volví a arreglar unos asuntos con Castro.
–Hola Casilda
–Hola. -La niña lo saludó con cara triste.
–Supongo que Castro está.
–Si....si, pasa. Ya le aviso. ¿Quieres tomar algo, café, jugo, cerveza?
–Un café está bien.
–¿Tú mi amor, quieres un refresco, jugo?
–Refresco ¿Puedo?
–Si mi amor, dale refresco.

Agustín montó la cafetera, sirvió el refresco y se lo llevó a la niña, fue a buscar a Castro.
–Tu ex está aquí.
–¿Qué, Susana? ¿Aquí, que hace aquí en el país?
–Quiere hablar contigo de unos asuntos.
–¿Cómo voy a salir con esto así de parado?
–Pues tápate bien porque está tu hija.
-¿Casilda? Mi beba, ¡coño mi beba! Ya salgo, ya salgo, dile que salgo en cinco minutos.
–No te atrevas a masturbarte pellizcándote las tetillas. -Agustín salió y Castro comenzó a masturbarse en el baño justamente pellizcando sus tetillas y provocando la eyaculación.

–Ya Castro viene, ¿Quieres más café?
–Sí por favor.
Castro apareció en bóxer y franela. Agustín lo vio, se fijó en la entrepierna, aunque abultado, el pene no estaba erecto. Se acercó a su novio.
–Te hiciste la paja.
_¿Que quieres que hiciera? Lo tenía duro y me dejaste a medio camino. Es tu culpa.
–Cuando se vaya tu ex seguimos. Bueno, los dejo solos para que hablen tranquilos.
Agustín se fue a la habitación y se cambió para bajar a comprar pan.

Castro se agachó y su hija corrió a abrazarlo. La cargó y le dio un beso mientras ella seguía abrazándolo.
–Mi amor, ve al cuarto de papá y ves televisión mientras quehablo con mamá-Castro la vio extrañado, bajó a la niña. –Ve al cuarto mi amor y ahora nos vemos.
–¿Qué pasó? -Agustín salió luego de encenderle el televisor a Casilda.
–Voy a la panadería, nos vemos ahora. -Se fue.
–Voy a ser clara y directa. Conocí a alguien y me voy a casar, me dijo que viajaremos por el mundo y en este momento la niña me bloquearía los planes.
–Viniste a dejarme a la niña mientras viajas por el mundo.
–No Castro...vine a dejarte a la niña para siempre. Vine a qué arregláramos todo para darte la custodia total de la niña, la Patria Potestad. Quiero hacer otras cosas, vivir y la niña es un lastre.
-¿Lastre? Tuvimos con todo el amor a Casilda, la deseabas y ¿Ahora es un lastre?.
–No vine a discutir ni buscar alternativas, vine a dejarte a la niña para que seas papá mil por ciento, ahora, si no quieres, no tengo problema en dejarla...
-¡Cállate! Ni te atrevas a decirlo. Por supuesto que yo me quedo con mi hija. No puedo creer lo que me estás diciendo.

Agustín regresaba de comprar el pan y en la entrada del edificio se encuentra a Diego.
-Hola Agustín.
-Epa chamo ¿Qué más?
-Bien, que bueno que te veo, deja, yo te abro...pasa. Quería comentarte algo, ¿Puedes ir a mi casa ahora?
–¿Ahora? Pero....dímelo aquí...no sé.
–¿Estás apurado? Bueno, si, llevas pan.
–No...no...la verdad es que Castro está...dale vamos a casa. ¿Tienes café?
–Si
–Vale, vamos.

–Abajo está la maleta de la niña para que la subas, me voy a quedar 10 días aquí, quiero resolver varias cosas entre esas lo de la niña, tú debes tener contactos que puedan sacar los documentos más rápido, tu suegro es abogado...
–Si Susana...y también hay que pagar mucho dinero. -Susana sacó dos pacas de 100 dólares.
–¿Te sirve esto?
–No se trata de dinero Susana. Pero ya que has sido una perra con tu hija, mereces pagar.
–Lo que tú digas Castro, bajemos a buscar la maleta y quiero que me vayas informando de cómo va todo.

Castro buscó a Casilda. –¿Te quieres quedar aquí con papá y Agustín, el tío de Andrea?
–Si papí, me quedo un tiempo contigo y luego con mamá. -Susana iba a decir algo y Castro la vio.
–No se te ocurra decir algo, bajemos.

–¿Quieres café negro, marrón, con leche?
–Marrón, Diego, gracias.
–Ven a la cocina. ¿Sabes que  Claudia está trabajando en el bufete de tu papá? Es su asistente.
–¿Qué, en serio?
–Creo que soy gay chamo.
–¿Perdón?





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