martes, 20 de julio de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 186

 


–Te advierto que con la persona que hablé es gay, no sé si será quien nos atienda, asi que mosca con lo que haces.

–Flaco pero que poca confianza me tienes.
–Te conozco.
–Aaay. -Llegaron al local y Castro abrió la puerta. Buenas tardes, tenemos cita para esta tarde para alquiler y mandar a hacer un traje a medida.
–Buenas tardes, ¿Cómo están? Bienvenido señor Agustín, pase.
–Disculpe, Agustín soy yo, él es Castro, mi pareja el que va a hacerse el traje a medida. Esta es la loca y ya está emocionadita.
–Ay disculpe señor Castro adelante, ¿Quieren agua, café?
–Café.
–Agua.
–Ya le traigo el café señor Castro.

–Tome el agua, aqui tiene el café señor Castro. Yo lo voy a atender para lo del traje a medida, a usted lo va a atender Carlos. Véngase conmigo allá adentro para tomarle las medidas.
–¿Y no puedes hacerlo aquí? -Carlos vio a Agustin sorprendido y le explicó. 
–Aqui es para los trajes de alquiler, allá adentro se hace el trabajo de los trajes a medida, es para estar más tranquilo, hay que medir todo.
–¿Todo?
–Todo señor, voy a medir al señor Castro por todos lados para hacer un excelente traje y que quede satisfecho de mi trabajo. Pase por aqui.
–Señor Agustín lo dejo en las mejores manos.

Castro no aguantaba la risa y sacó su celular. Le escribió a Agustin. –Mi flaco tranquilo, estoy cagado de la risa, este señor me va a divertir mucho, tranquilo que le pondré un parao si se pone impertinente.-
–Ay Castro, mosca. Pensaba que era de mi edad y es cuarenton largo.-

–Bueno, Castro, ¿Te puedo tutear?
–Si...
–¿Cómo te llamas tú?
–llámame como tú quieras. Quítate la ropa por favor.
Cuando Castro comenzó a quitarse la camisa, Ramiro se quedó inmóvil al ver el enorme pecho velludo. –Cristo, este hombre es una montaña, ahora se va a quitar el pantalón y voy a morir.
Vas a tener que esforzarte este cuerpo es complicado.
–Este cuerpo está perfecto. me llamo Ramiro. -Castro se quitó los zapatos y el pantalón, Ramiro respiró hondo al ver las piernas musculosas y también velludas. –Dios mio...
–¿Pasa algo?
–Todo. - Se acercó a él para medirle el cuello, hombros y brazos. –Tienes un cuerpazo que pone nerviosa hasta a una gárgola.
–Ya deberías estar acostumbrado.
Cuando Ramiro se puso de cuclillas y la entrepierna le quedó en su nariz. De pie viendo a Ramiro hacia abajo, Castro le habló.
–Como ves mi entrepierna es algo prominente y es un problema con el tiro de los pantalones.
–¿Y tú que tienes ahi dentro? Eso debe ser enorme. -Ramiro se puso de pie. 
–¿Tienes que medirlo? ¿Me bajo el interior?.
Agustín entró. –Creo que no hace falta. Él puede tomarte la medida por encima del interior. -Se acercó y le dio un beso en la boca. –Eras capaz de bajarte el interior.
–Lo iba a hacer para verle la cara, está nervioso.
–Hasta yo lo estaba aquella mañana que te vi en el colegio. -Se sentó en una silla.

Ramiro le pasó la cinta por las nalgas y con los nudillos rozó el pene y sintió algo duro. Estaba sudando y las manos le temblaban.
–Tu novio es enorme, tiene enorme todo...¿Ya escogiste el traje?
–Ya, yo estoy listo ¿quieres que te ayude?, te noto nervioso, tú dime como mido y lo hago.
–¿Puedes medir de nuevo la cadera? No lo hice bien, pasa la cinta sin apretar mucho. -Ramiro veía el enorme bulto de Castro que lo movía contrayendo los músculos. –Solo una ligera presión.
Agustín le quitó a Ramiro la cinta y se acercó a Castro hablándole muy cerca del rostro. –Te voy a bajar el interior para que le veas la cara a la loca esta que debe estar a punto de venirse.
¿Entonces le paso la cinta sin hacer mucha presión? -Agustín se puso en la cadera izquierda, se agachó y le bajó el interior.
Ramiro fijó la mirada en la entrepierna, al ver el enorme pene y encima el aro brillante  que entraba por el glande se le bajó la tensión.
–Ya va....ya vengo...esperen. -Ramiro salió del cuarto y llegó a la tienda.

–¿Qué pasó, te sientes mal? Siéntate. Virginia tráeme agua con azúcar por fa.
–Ay...lo que esta ahí dentro no es normal...sigue tú, tienes que verle el guevo a ese gorila, tu vida va a cambiar despues de ver aquello.
–¿Tú eres guevón? Yo no tengo que estar viendo esas vainas, aqui se viene a trabajar. Quédate aquí si viene algún cliente, yo sigo allá adentro.

–No sigas haciendo eso, no se me paró con este pero contigo me la vas a poner dura...
–Permiso...disculpen. -Carlos le vio el pene y el aro antes que Castro se tapara con las manos. Abrió los ojos y tragó saliva. –Carajo, rolo e guevo tiene este. Puede subirse el interior, no hace falta quitárselo. Vamos a chequear esta medida y luego le saco el catalogo de telas y unos trajes de su medida para ver si le gusta algún modelo.

Terminaron de escoger entre los tres el color y modelo de traje.
–En 72 horas está listo el traje, para la primera prueba viene a la tienda. Igual le llegará un sms para avisarle.
–Perfecto ¿y el de él?
–Lo retira un dia antes del evento.
Castro entregó su tarjeta. Agustín también.
–Flaco, yo pago, guarda eso.
–Coño, déjame pagar mi vaina.
–Ya me pagarás como nos gusta.
No joda es es una amenaza criminal. -Pensaba Ramiro sentado en un rincón.
Agustin lo vio con una mirada fulminante.
–Listo señor, tome su comprobante y recibo.
–Entonces cuando me avisen vengo y eso es para la primera ptueba y ajustar.
–Correcto, luego se ajusta y viene para la  prueba final donde si hay que hacer cambios se hacen en ese momento para que se lo lleve.
–Disculpa Castro que no pude atenderte, se me bajó la tensión, pero en la primera prueba  estaré ahí.
–Bien, bueno nos vamos, gracias. -Cuando ya salían de la tienda, Ramiro corrió hacia ellos.
–¿Me pueden dar la cola a mi casa? Estoy sin carro. -Castro miró a Agustín y este a Ramiro.
–Vente, ¿Dónde vives?
–Montalban.
–Coño...lejos
–Me dejan en la estación más cercana de su casa y tomo el metro.
–Vámonos.

–Chicos si quieren yo le puedo hacer el traje a Castro en mi casa, te lo hago a la mitad del precio. Consigo la tela y te lo hago como quieras.
–¿Y consigues la tela, la misma?
–Si, me la llevo de la tienda, el inventario es enorme, no se van a enterar. Te vienes a mi casa y lo hago allá.
–Pero eso es un delito.
–Se los hago gratis con una condición.
–¿Que será?
–Hagamos un trio, ustedes me follan a mi. ¿Que les parece? Traje gratis y sexo.
–¿Haces así con todos los clientes? Sexo por traje.
–Estoy desesperado, tengo cinco años que nadie me folla, mi última pareja la tuve a los 18 años y me montó cachos con mi hermana.
–O sea que estás de a toque, te cojo y te vienes. -Agustín vio a Castro.
–Bueno, me follas tú, no me vengo, me voy pero de este mundo si entra todo eso que vi en mi cuerpo.
–Pero quieres que te follemos ambos ¿En qué quedamos? ¿Me meto por aqui para Montalbán?
–Si, sube y derecho todo el tiempo. Tú eres muy enorme y si esa cosa es grande dormida no me la imagino despierta.

–Ve despacio que ya vamos a llegar al edificio, es ese de rejas negras. Puedes dejar el carro aquí, no le va a pasar nada.
–Mira, aquí nadie va a cogerte, me refiero los de este carro. -Le dijo Agustín
–Pero te hago el traje gratis aqui en casa, ¿Qué más quieren y de paso me follan, sexo y traje gratis, ¿Dónde vas a conseguir eso? Por favor, suban , ¿Que les cuesta tener un rato de sexo conmigo?
–Ramiro, ya pagué en la tienda y me voy a hacer el traje allá ¿Ok? Ya te dimos la cola.
Ramiro se baja del carro y se apoya en la ventana de Castro.
–Estaciona la camioneta aqui y suben, solo van, me follan y se van. ¿Me van a hacer que les suplique?
–Métete en Grindr seguro hay 20 machos cerca de ti dispuestos a cogerte.
–No, me da miedo, por aqui vivía un tipo que conoció a otro por Grindr fue a su casa y se la incendió con el tipo adentro, ahora está preso o en un manicomio.
–Es es el loco albino noviecito de Nacho. -Le dijo Agustin a Castro.
–Ese mismo, albino, ¿Lo conocen?
–No pero era mi apartamento el que quemó.
–Coño. 
–A lo mejor subo a tu casa, te cojo y luego te mato a coñazos.
–Tu eres grandote y superdotado pero tienes cara de buena gente.
–Aqui la maldita perra soy yo y no vas a tirar con mi novio, asi que chao y gracias por todo.

Ramiro le hizo un gesto a Castro que lo llamara, la camioneta se alejaba del edificio.

–Como yo me entere que lo llamas te quito el aro del guevo de un jalón.
–Tengo que verlo el día de la prueba.
–No te hagas el gafo que sabes de lo que hablo, igual ese dia te acompaño.
–Te has vuelto demasiado cuaima flaco, bájale dos o me busco otro marido para casarme.
–Si, atrévete y te pongo el aro que te arranque atravesado en el culo.

–Príncipe Alberto, flaco, así se llama.








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