viernes, 30 de julio de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 196

 


–Coño, hay maneras más divertidas que estar manoseando billetes verdes, además yo los consigo a diario.

–No entiendo como quieres que te pague si no es con dinero. ¿Asesoría? ¿Te pongo el bufete a disposición?
–Eso ya lo tengo. Hector me tiene cubierto en ese sentido. Él si no quiere nada conmigo, ha sido duro llevarlo a la cama.
–Ya, quieres sexo.
–Vaya, hasta que te llegó la señal.
–Reddy yo te agradezco el gran favor que me hiciste pero yo afortunadamente  o lamentablemente dependiendo de donde se vea, no soy gay y no pienso cogerte.
–¿Pero quién habló de cogerme? ¿Yo dije eso?
–Disculpa.
–Puedo hacer que te reunas con el canciller y que tengas la posibilidad de averiguar más sobre el paradero de tu mujer. Sea que esté en Bangkok o en otra parte del mundo y un contacto en la interpol que te va a facilitar las cosas. -Reddy se colocó detrás de Guillermo que estaba sentado y le puso las manos en los hombros. Se agachó dejando su boca a la altura de su oído derecho.
–El que te va a coger soy yo. -Le dio la vuelta a la silla. Si dices que no puedo hacer que no vuelvas a ver a tu mujer.
–Esto es ridículo.
–Y si te digo que tu mujer está en Bangkok ¿Te seguirá pareciendo ridículo? -Se desabrochó el pantalón  y lo dejó caer. –Si quieres volver a verla vas a tener que mamarlo y darme culo.

Ignacio se disponía a salir del apartamento cuando tocan la puerta y abre.
–Ah coño, apareciste. Me coges, te vas a cogerte a una tipa, regresas como si nada, te desapareces de madrugada y vuelves como...-Eloy le planta un beso en la boca metiéndole la lengua.
–Hice algo emocionante hoy y llegué con un queso horrible. Vamos a la cama y me coges.
–Tengo que ir a trabajar Eloy...-Otro beso calló a Ignacio.
–Me sabe a mierda, quiero que me cojas ahora.

–Ojalá no esté el Ramiro en la tienda.
–Va a estar flaco, él hizo el traje.
–¿Y le vas a pelar el guevo?
–Flaaaaco...claro que no.

–Quiero que te lleves al noviecito para revisar su traje ya que vino, cualquier excusa, la camisa, los botones equis, entretenlo. Quiero quedarme a solas con la montaña.

–Bienvenidos señores, pasen, ¿Quieren tomar algo? ¿Café, té?
–Café.
–Señor Agustín que bueno que vino, igual lo iba a llamar pero queríamos que se probara el traje por un tema de los botones y las mangas de la camisa, tenían unos detalles y lo cambiamos. 
–Ah bueno, vamos a probarnos el traje.
–Ok, pasemos al local de al lado que ahi lo tenemos y hacemos los ajustes. -Agustín miró a Castro.
–Yo me quedo aquí, te espero.
–Vamos, pase señor Castro para hacerle la primera prueba.
Mierda, ahora este se va a quedar con Castro...a este le digo si a todo y me planto en esta vaina.

–Quítese la ropa mientras yo busco el traje. -Castro se quedó en interiores, se miraba en el espejo los músculos. –Estoy muy flojo con el gimnasio, desde que estoy con el flaco he descuidado el gym.
–Estás perfecto así papi. -Ramiro apareció completamente desnudo.
–¿Qué haces?
–¿Tú qué crees? Quiero que me hagas tuyo, estamos solos, no va a venir nadie. 
–Como me vea Tin en estas me mata. -Ramiro se acercó y restregó sus nalgas contra el bulto de Castro que no quería ni tocarlo.
–Estoy dispuesto a aguantar el dolor de meterme semejante bicho.
–Si no te apartas te doy un coñazo y ahi si vas a sentir dolor.
–Si golpéame. -Ramiro se agachó, de una vez le bajó el interior y se metió el pene en la boca.
En el momento que Castro le da un empujón y un fuerte golpe a Ramiro entra Agustín. Ve a su novio con el interior a medio muslo.
–Flaco...yo...fue él yo no hice nada...yo te explico.

–Esta mierda de local me encargaré que se las cierren. Si no quieren que arme un escándalo en este momento me van a dar mi traje y el traje de mi novio y nos lo vamos a llevar gratis. Nos devuelven el dinero íntegro.
–No podemos hacer eso.
–Si pueden, abre la caja y me das los dólares que tienes ahí.
Ramiro se puso de pie.
–Ustedes no se van a llevar mi trabajo de gratis. -Se paró con dificultad con su mano apoyada donde recibió el golpe. Agustín se estaba poniendo rojo, miró al hombre y se le fue encima cayéndole a golpes. Castro, con el enorme cuerpo y la fuerza que tiene no podía sacar de encima a Agustín que le daba golpes sin cesar.
Logró alzarlo. 
–LES VOY A CERRAR ESTA MIERDA Y NO VAN A VOLVER A ABRIR. ABRE LA MALDITA CAJA Y ME DAS EL DINERO. -Le dieron el dinero. –Ahora me dan mi traje y el del señor.
–Ramiro ¿Dónde está el traje del señor?. -El hombre adolorido se colocó el interior y fue a buscar el traje y se lo entregó a Castro.
–No está terminado.
–Yo tampoco he terminado contigo.

Salieron de la tienda dándole un portazo a la puerta de vidrio, uno de los maniquíes cayó al suelo.
–Nunca te habia visto así flaco, no podía contigo, tenías una fuerza increíble.
–Les voy a joder la tienda. Voy a hablar con mi papá para que los cierren por cualquiera vaina.
–Mi flaco, cálmate.
–CASTRO ¿HASTA CUANDO ESTA VAINA CONTIGO? ¿ME TENGO QUE CALAR. ESTA VAINA EL RESTO DE LA VIDA? SIEMPRE TE ENCUENTRO MOSTRANDO EL GUEVO, A PUNTO DE HACER ALGO. TODOS QUIEREN CONTIGO. ¿ESTO VA A SER ASÍ SIEMPRE?. YA ME ESTOY CANSANDO DE ESTA VAINA. -Siguió caminando y Castro se quedó parado sosteniendo los trajes.
–Mierda, yo no hice nada flaco, como te lo  explico. -Vio a Agustín entrar a una cafetería. Fue corriendo al estacionamiento y dejó los trajes y subió. Miró alrededor, caminó por el pasillo y en una peluquería vió un florero con rosas rojas. Entró.
–Disculpen, me voy a robar una rosa, tengo que recuperar al amor de mi vida y no tengo tiempo. Gracias. -Salió con la rosa.

–Mi madre, que cosa era eso.
–Un toro. Que bueno está ese tipo. 

Castro entra al café, cierra la puerta y voltea el cartel y coloca CERRADO.
–Disculpe señor, usted...
–Disculpen ¿ustedes pueden salir del local y dejarme solo con mi novio? Yo pago lo que consumieron. Por favor, es urgente.
–Castro. -Castro voltea y con el dedo en sus labios le dice que guarde silencio. Los clientes salen y le pide al chico que cierre la puerta.

Castro se arrodilla frente a Agustín y le entrega la rosa roja.
–Mi flaco yo no te voy a explicar lo que ocurrió allá, no vale la pena, solo te voy a decir que yo no hice nada, te pido perdón por lo que no sucedió y no hice. A lo mejor estas cosas vuelven a pasar mañana o dentro de una mes o un año, pero eso no va a cambiar lo que yo siento por ti. Te amo y sigo con las mismas ganas de casarme contigo del principio. A Agustín le corría una lágrima que se limpió.
–Perdóname flaco, no quiero perderte y no quiero que estés bravo conmigo. -Se acercó a Agustín y le dio un beso levantándose ambos. Castro lo abrazó con fuerza y seguía besándolo. Comenzaron los aplausos de todo el personal y luego de los clientes afuera.

–Te amo mi amor, te amo mucho.
–¿Nos tomamos un café ahorita?
–Si, tú y yo solos aquí. 
–Si. -Seguían abrazados con las cabezas juntas chocando las frentes.
–¿Vas a cerrarles el local?
–Si, eso no cambia.
–Eres malo.
–Con lo mio, no se mete nadie.
–¿Yo soy tuyo?
–Y yo tuyo.
–Después de Oto me quiero casar contigo.

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