martes, 18 de mayo de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 123


 Ignacio se terminaba de arreglar, eran las 10:30 de la noche, llamó a la línea de taxi para que lo buscara.


-¿Y hasta que hora vas a estar en la discoteca?
-No sé, unas cuatro horas, cinco. A lo mejor ni te llamo, me pierdo por ahí.
-No hagas eso Nacho, me llamas y yo te busco a la hora que sea.
-Es joda, claro que regreso, yo te aviso. Ahí en la nevera dejé unas cervezas si te quieres beber unas, déjame una aunque sea para mí regreso. 
-Ya no estoy bebiendo, suficiente con lo que me diste. Cuídate mucho Nacho. Encomiéndate a Dios.
-Si, si, yo me cuido. -Ignacio metió una botella de vino blanco en la nevera sin que Renato se diera cuenta. -Me voy, pendiente del celular entonces.
-Seguro. Que Dios te bendiga. -Ignacio se detuvo y se dio media vuelta acercándose a Renato. 
-Amén. -Le dio un beso en la boca.
-No bebas mucho mira que ya bebiste. Y si vas a tener sexo, espero que no, protégete por favor.
-El condón te lo vas a poner tú Renato, cuando regrese me coges, mira que es algo que quedó pendiente, ¿Te acuerdas que no me cogiste aquella vez?. Cerró la puerta del apartamento y bajó.

Renato se quedó sentado pensando. Se puso de pie y abrió la nevera. Vio la botella de vino y las latas de cerveza. Tomó una lata y la abrió.

11:05 pm. En la entrada de la discoteca habían ocho personas en cola, se colocó de último a esperar. Pagó el cover de entrada e ingresó al local repleto de gente.
La música dominaba el ambiente y las luces rebotaban en cada rincón. Ignacio se fue a la barra a pedir un trago, vio a un tipo con la cabeza agachada. El cabello completamente blanco, muy blanco. Pidió el trago.
-¿Abres una cuenta? -Le gritó el bartender.
-Si. -Tomó el trago y fue a la pista a bailar solo. En la parte de arriba tres jaulas, cada uno con un hombre en interior de cuero y botas, bailaban. Los tres tenían buen cuerpo. Más tarde se desnudarían.

 Ignacio bailaba, se le acercó un chico que se le pegó atrás y le restregaba la pelvis, Ignacio se volteó, bebió de su trago y siguió bailando con el chico. Se dieron un beso.
-Me gustas.
-¿Ah sí? Tengo muy mal humor.
-No me quiero casar contigo, lo que quiero es que me des una buena cogida.
-Ah ok, bueno quédate por ahí y si me dan ganas te aviso.
-Pendejo.
-Marica pasiva. Estos carajitos. -Regresó a la barra y vio de nuevo al muchacho de cabello blanco ahora con la cabeza en alto pidiendo otro trago. Ignacio pide el trago y se acerca al muchacho.
-Coño...el pana es albino. ¿Cómo será tirar con uno, ese cuerpo blanco como un tequeño crudo. -Hola, te ví hace rato aquí sentado y no te has movido.
-Estoy bien aquí y a salvo.
-Vaya...¿Quieres bailar?
-¿Tú también quieres ver qué tal es tirar con un albino? Te da morbo.
-No chamo, solo quiero bailar contigo, ¿vienes a una discoteca a quedarte en la barra a beber.?
-¿Sabes cuántos tipos se me acercan para conversar y luego tirar solo para ver qué se siente tirar con un fenómeno como yo.?
-Me imagino...pero chamo la gente ahora lo que quiere es sexo y no compromiso.
-Quieren cogerse a un pálido, con el culo blanco y el güevo blanco.
-Bueno, vacílate eso y ya.
-La gente es mala chamo, he sufrido desde carajito por nacer con esta piel de mierda.
-¿No has tenido novio? Déjame sentarme y tomamos juntos, salud, me llamo Nacho.
-Salud, Juan Pablo, no he tenido novio nunca.
-Puro sexo con gente estúpida.
-Tampoco...soy virgen, la gente me dice que les gustaría tirar conmigo para tomar fotos mientras me cogen y ver el contraste de sus guevos con mi piel. Entonces los dejo.
-Coño...¿Que edad tienes?
-25 años.
-¿Pero eres pasivo?
-Me da igual ser lo que sea, no he estado con nadie, solo mamé güevo una vez a un tipo.
-¿Pedimos otro trago?
-Llevo cuatro. Me faltan cuatro más y me voy. Me gusta irme rascado de aquí.
-Vamos a hacer algo, te invito a bailar, prometo no pedirte sexo, solo quiero bailar contigo.
-Gafo, vamos.
Llegaron a la pista y comenzaron a bailar. Juan Pablo veía a los ojos a Ignacio, este sonreía.
-¡Mierda este pana es albino, que pálido!
-Y el novio es normal.
-¿Novio? Ese pana está todos los viernes aquí y se sienta en la barra. Nadie le para.

-¿Estás escuchando? Así cada vez que vengo, soy la atracción de circo.
-¿Y para que vienes?
-A beber y escuchar música y olvidarme que mi vida da asco.
Pidieron otros tragos, bailaron, se reían. Ignacio le dijo que estaba recién soltero y vino a celebrarlo.
-Me caes bien, ¿Vamos por otro trago?. -Regresaron a la pista y Juan Pablo se atrevió a besar a Ignacio. Sorprendido, respondió el beso.
-Este pana besa divino, está falta de cariño el carajito. ¿Y ese beso?
-Me provocó...me he sentido bien contigo. Está noche dejaría que me cogieras. No me importa si no te veo más. -Volvió a besarlo e Ignacio lo abrazó.

Renato se había bebido las cervezas, se hizo unos sandwiches y estaba a punto de abrir la botella de vino. -Yo no puedo seguir bebiendo. -Buscó el sacacorcho y la abrió.

-¿Entonces nos vamos a tirar, marico estoy peo?
-No chamo, usted tiene demasiados peos encima para yo montarte otro.
-El que me voy a montar soy yo. Vivo en un anexo en Montalbán, no puedo meter gente pero si entramos sin hacer ruido no se enteran.
-Yo no tengo carro.
-Nos vamos en taxi.
-Vamos a hacer algo, un amigo me va a buscar, te damos la cola y nos vemos otro día.
-Si va, ¿Te puedo tocar el güevo?
-¿Para qué? -Dijo eso y ya Juan Pablo le había metido la mano por el pantalón.
-Voy a llamar a mi amigo.

Ignacio llamó al celular de Renato. Repicaba. Renato estaba dormido en el sofá con el brazo colgando casi en el suelo con la botella de vino agarrada y apenas quedaba líquido. Al tercer intento Renato despertó y atendió.
-Marico te estoy llamando desde hace rato.
-Ah hola...me quedé dormido...estaba...¿Te busco?
-Si, estoy en Santa Sofía, ahí está la discoteca. Tú has venido, sabes dónde queda.
-Si si...ya...ya salgo.

-Nos van a buscar.
-¿Me vas a coger?
-No Juan ahora no, hoy no, tómalo con calma.
-Coño, todos me quieren coger porque soy albino y no los dejo y tú me rechazas, mamaguevo.
-Te prometo que nos vemos otro día.

Se montaron en el carro de Renato, que ya estaba mareado de tanto tomar.
-Vamos primero a Montalban a dejar a Juan Pablo.
-Eres albino.
-Siiii, soy albino no joda, ¿Cuál es el peo? ¿También me quiere coger? Marico déjame mamarte el güevo aunque sea si.
-No vale, aquí no.
-Deja la guevonada. -Juan Pablo le desabrochó el pantalón y le sacó el pene. Se lo metió en la boca.
Renato volteó. -No vale, en mi carro no.
-Shhhh déjalo que el pana lo lleva mal. -Juan Pablo estaba concentrado mamando, disfrutaba, llenaba de saliva el pene, jugaba con los testículos y mordía el pene.
-Aaay, estoy a punto marico, ya va.
-Dame la leche. -Volvió a metérselo e Ignacio acabó en su boca, soltó un grito.
-Llegamos.

Juan Pablo se limpió la boca y le acomodó el pantalón a Ignacio. -¿Me das tú número? Me dijiste que otro día nos veríamos.
-Sí, anota.
Juan Pablo se despidió de Ignacio con un profundo beso en la boca con el aliento a semen. -Te voy a escribir a ver si no eres puro cambur y peo. Chao amigo de Nacho, gracias por la cola. Mierda, yá está amaneciendo.

-Pásate para alante. -Le dijo Renato.
Ignacio se sentó al lado de Renato.
-Ahora quiero que tú me lo mames mientras manejo.
-Maaaaaricoooo te bebiste las cervezas y el vino, lo sé, sabía que lo ibas a hacer, por eso te la puse cerquita.
-Eres malo Nacho, mama, mama que tengo ganas. -Se sacó el enorme pene e Ignacio se sonrió.

-¿Ves? Hoy me vas a coger.

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