domingo, 7 de marzo de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 56

 


-Creo que no estuvo bien aparecerme en tu casa tan temprano.

-No, no estuvo nada bien, pero verle la cara a mi marido que era entre no entender nada y morirse de ganas de golpearte, no tiene precio.
-Entonces estoy a salvo ¿No me vas a matar?
-No, claro que no.
Jimena y Polo hablaban desnudos en la cama de Polo. Se besaron.
-¿Y ahora también te arrepientes de repetir conmigo?
-Ay Polo...aunque estoy disfrutando esto que tenemos, me siento mal, soy una mujer casada, pero estar ahora aquí contigo me sienta muy bien.
-¿Entonces hoy te quedas conmigo o más tarde te llevo a casa?
-Me quedo aqui, no quiero estar sola allá.
-Es verdad, tu hijo se queda hoy en casa de Castro...
-Si, mi familia está desmembrada el día de hoy.

Castro se fue con Agustín a desayunar a una cafetería luego de hacerse los exámenes.
-¿Cuando es que dan los resultados?
-Dentro de las próximas 72 horas, los resultados llegarán a mi correo.
-Siempre me da nervios estos exámenes.
-Mi flaco, todo va a salir bien
Agustín le preguntó a Castro sobre David y le comentó que casualmente es hijo de su mecánico y no hubo gran cosa con el tema de Renato.
-Lo más relevante es que el niño ese se tiró a Renato.
-No sé porque no me extraña...y eso que quiere ser cura, ¡que vaina taaaan loca!
-Hablando de locura. Hoy te quedas conmigo, pero...¿Cuándo te mudas?
-Cuando lleguen los resultados.
-Ja ja ja ja ok ok.  Esta tarde te busco para ir a casa..

Cinco de la tarde, Castro busca a Agustin por el supermercado. Se montó en la camioneta y le dio un beso.
-¿Sabes que esta camioneta tiene los vidrios ahumados? Hasta el parabrisas. No se ve nada hacia adentro.
-Que bien, ¿A qué viene eso?
Castro se desabrochó el pantalón y se lo bajó a medio muslo. -Quiero que me lo mames mientras manejo.
Agustín lo mira a los ojos y se muerde el labio inferior. -Si no me queda más remedio...
-Pendejo, mama.
Agustín lo agarró con su mano izquierda sin poder cerrar la mano alrededor del pene. -No puedo creer que yo me he metido esto y pensaba que Renato tenía el megaguevo. Comenzó a chupar el glande bajándole el prepucio con la boca y la lengua, lo mordía e iba metiéndose el pene lentamente en la boca mientras lo humedecía dejando caer saliva.
-Coño flaco que rico, sigue. -Agustín se lo metió hasta donde pudo y movía su lengua para volver a subir y succionar el glande, el pene lubricaba y Agustín lo saboreaba. Lentamente volvía a introducirlo en la boca. Castro concentrado en la vía se le erizaba la piel. Agustín le puso la mano en el pecho. -Ni se te ocurra pellizcarme ahora, espera.
Seguía mamando, retiraba el pene y con sus dientes estiraba el prepucio y luego metía la lengua entre la piel y el pene.
El celular de Agustín comenzó a sonar.
-No atiendas, no atiendas. -Repicó varias veces y se cayó la llamada. Volvieron a llamar.
-Voy a contestar, ya sigo. -Mientras contestaba, su mano izquierda jugaba con el pene y el prepucio. Era su padre
-Tranquilo, tranquilo ¿Dónde estás, en el bufete? Mándame si puedes la ubicación por favor y el nombre del edificio....ok, ok, ya voy para alla-
-Amor mi papá, tiene un infarto está en casa de Oto.
-Coño ¿Dónde voy? Mierda y yo con la verga afuera
-Ya te digo, voy a llamar a Oto.

Oto estaba apoyado en la pared mientras Ignacio lo penetraba, ambos de pie.
-AAAAAAHH, AAAAH, AAAAH. DALE, DALE.
-Marico que rico aprietas, aprieta más coño.
-Comenzó a sonar el celular de Oto pero no le hizo caso.
-No atiende, voy a llamar a mi mamá.
-Jimena estaba acostada en la cama de lado mientras Polo detrás de ella, la penetraba.
-AAAAY POLO, AAAY DESPACIO, AAAY, ME DUELE, AAAY DIOOOOS, ME MAS A MATAR, PARA, NO, NO PARES. -Comenzó a sonar su celular. -Mi celular, están llamando.
-No atiendas coño, deja que suene, no me cortes.-Dejó de sonar y volvió a sonar.
-Tengo que atender. -Se estiró pero Polo la seguía penetrando.
-Aaaaaló, aaah, mi amor...Agustín, hola...¿Qué...que pasa?
-Mamá, a papá le dio un infarto, lo estoy buscando, de ahí la Clínica Caracas.
-Ay no puede ser. Polo, ya va, ya va. Amor ya salgo para allá. ¡Polo quédate quieto! A Héctor le dio un infarto. -Polo se detuvo sin sacar el pene. -¿Polo puedes sacarlo? Necesito irme.
-Si, si, yo te llevo.
-¡Pero ya! Tenemos que irnos ya.

Agustín volvió a llamar a Oto. -Tengo que contestar Nacho.
-coñodelamadre que ladilla. Dale.
-Aló, Tín ¿Qué pasó?
-Tín, Tín. Que inoportuno el cabeza e güevo ese.
-¿Quééé? ¿Cómo, cuando?...ya voy para allá- Colgó la llamada. - A Héctor le dio un infarto. 
-¿Se murió?
-No Nacho, me voy a la clínica.
-¿Otra vez me vas a dejar entendiendo? Cada vez que te peleas con el viejo vienes a mi casa, pasa algo y me dejas botao. La culpa la tengo yo al recibirte, soy un recontraguevón.
-Piensa lo que quieras Nacho, tengo que ir.
-Te acompaño ¿Puedo?
-Si, pero vámonos ya.

Jimena, Polo, Oto e Ignacio ya estaban en la clínica. La camioneta de Castro iba detrás de la ambulancia que llegó a escasos minutos antes a casa de Héctor.

-¿Tú no estabas con Héctor?
-No Jimena, Yo terminé con Héctor.
-¿Y ahora qué pasó? -Oto tomó del brazo a Jimena y la apartó de Polo.
-Estaba molesto y estresado porque estabas en el apartamento con este señor y le formé un peo y me fui del apartamento.
-¿Estaba molesto? Todavía le importo. -Jimena se sonrió y vieron llegar la ambulancia estacionar en la entrada de emergencia.
-Mira esta escena Flaco, mi papá con tu mamá y tu amigo con su ex. Esto lo ve tu papá y le da otro infarto.
-¡Castro! Coño, no digas esas vainas. Guardate el güevo.
-Cuando salgamos de aquí me lo sigues mamando flaco.
-¿En serio Castro? -Estacionaron y Castro se acomodó el pantalón para bajarse de la camioneta

-Hola Oto.
-Tín, ¿Cómo estás? ¿Que sabes de Héctor?
-Lo estabilizaron, tranquilo, ahora nos dirán, ¿Tú que haces con este? ¿Por qué no estabas con mi papá?
-Volvimos a discutir, terminé con él y me fui de la casa.
-¿Será eso que provocó el infarto?
-Él me estaba llamando como a los 10 minutos de irme, no le atendí y ahora me siento mal por eso.
-Ya tranquilo, no podías saber lo que pasaba.
-Si se muere no me lo voy a perdonar nunca.
-¡No digas eso vale! Él está bien, ya verás que solo fue un susto. Abrazó a su amigo que comenzó a llorar. Agustín veía con rabia a Ignacio que optó por irse a la cafetería.

-Y yo con la verga tiesa que ya no sé cómo ponerme, ¿Dónde hay un baño?
-



1 comentario: