martes, 9 de marzo de 2021

Huevos revueltos. Capítulo 58

 


Castro, intentando que no se notará su erección entró al baño. No había nadie. -Me voy a pajear aquí. -Se puso en uno de los urinarios y comenzó a masturbarse. Entró una persona, era un camillero que se iba a lavar las manos y salir pero al ver la enorme espalda de Castro se acercó al urinario de al lado. Volteó la mirada para verle el pene a Castro y abrió los ojos. El hombre se tocaba el pene mientras el camillero orinaba. Castro vio a los ojos al muchacho y se sonrió.

-¿Cómo voy a mamarte esa cosa enorme?
-No me lo vas a mamar, pellizcarme las tetillas. -Se levantó la camisa y el camillero al verle los enormes pectorales velludos, tragó saliva.
-Pellizcalas coño. -Castro se masturbaba pero necesitaba acabar para salir. El camillero le pellizcó la tetilla izquierda, Castro echó la cabeza hacia atrás apretando los dientes. Los chorros caían en el urinario, el camillero veía aquello y lubricaba. El pantalón de su uniforme estaba manchado.
-Wow, gracias, necesitaba descargar.
-¿Me das tu número y cuadramos un tire?
-No papá, solo quería acabar, chao. -Castro salió y se reunió con Agustín.

-¿Dónde estabas?
-En el baño, me estaba pajeando.
-¿En serio Castro? ¿Aquí en la clínica?
-Coño flaco me dejaste el guevo parado y sabes que no se baja, tuve que descargarme. Se me notaba un bulto. Ahí viene el doctor.

-Los síntomas son similares a los del infarto , dolor opresivo en el pecho, que puede irradiar al brazo o la mandíbula, fatiga y falta de aire. Sin embargo, se debe a una enfermedad microvascular de las pequeñas arterias, estas no se dilatan o contraen de manera correcta y producen "microespasmos" en el corazón. Pero no fue un infarto. Vamos a colocarle un Holter para monitorearlo bien.
-¿Podemos verlo?
-Él se queda hoy en la clínica, pero esperen un momento que le avisen las enfermeras para ir a la habitación. Pero no se queden mucho tiempo, hay que dejarlo descansar. Solo una persona se puede quedar con él.
-Yo me quedaré doctor, que soy su esposa.
Oto se volteó al escuchar eso.
-Te dieron en la madre ¿no? -Ignacio le decía con una sonrisa.
-Coño Nacho a veces estás para caerte a coñazos.
-Imagínate, y yo a ti y luego me caigo a coñazos yo mismo por imbécil.
-Te voy a pedir que te vayas de aquí Ignacio.
-Con todo gusto. Jimena, que todo salga bien. -Abrazó a Jimena. -Gracias Nacho y gracias por venir.

15 minutos después le avisaron que Héctor ya tenía habitación.
-Jimena yo me voy a ir, lo que tenía que hacer ya lo hice. ¿Entonces te vas a quedar?
-Si Polo.
-Ok, avísame y te busco mañana.
-Tranquilo.
-Buenas noches, buenas noches hijo.
-Chao papá, avísame cuando llegues.

Entraban a la habitación Jimena, Oto, Agustín y Castro.
-¿Cómo estás amor?
-Bien, algo agotado. Lo que siento es que estoy en el paredón con ustedes aquí, me siento juzgado.
-Papá no hables, descansa, aquí nadie te está juzgando.
-¿Me pueden dejar a solas con Oto?
-No, el médico dijo que no podemos agobiarte así que es mejor que todos se vayan para que descanses, yo me quedo contigo.
Agustín vio a Oto que miraba al piso. Castro le pasó el brazo a su novio.
-No Jimena, se va a quedar conmigo Oto. -Jimena vio a Oto y buscó su celular.
-Polo, mi amor, hola...bien, bien todo bien, mira ¿Me puedes buscar ahora? No, no me quedo, se queda Oto. -Iba caminando hacia la puerta, le puso la mano en el hombro a su hijo y salió.
-Es una perra. -Pensaba Oto
-Mi suegra sabe cómo ser una perra. -Pensaba Castro.
Qué bolas tiene mi mamá!. -Pensaba Agustín
-Esta mujer sabe dónde dar y da en las bolas. -Pensaba Hector.

-¿Flaco será que nos vamos? Tu papá está bien y se queda con su marido y yo tengo ganas de cogerte.
-Ya nos vamos, deja el queso, me tienes el culo inservible. -Le murmuraba.
-Papá nos vamos, me alegra que todo fue un susto, nos vemos mañana.
-Suegro recupérese para tomarnos un 18 años los seis.
-¿Los seis? -Preguntó Héctor.
Castro se dio cuenta que había metido la pata pero ya no había marcha atrás.
-Bueno si, la tres parejas...no sé...para limar asperezas, hablar.
-Castro, no sigas hablando. -Agustín le apretó el brazo que sintió que se le quebraban los dedos al tocar la dureza del músculo. -Nosotros nos vamos, Oto por fa avísame cualquier cosa.
-Seguro Tín, chao, chao Castro
-Papá cuídate.
-Tengo al mejor enfermero, cuídense ustedes.

-Me asustaste.
-Créeme que yo más...te llamé y no contestabas y Tín tampoco, por un momento pensé que moriría solo. ¿Todavía me meto tus casas por el culo?
-Hector...
-Hasta que Jimena nos descubrió todo marchaba bien.
-No Héctor, no marchaban bien, todo fluía porque era un secreto, nadie sabía pero no estaba bien. Esto no va a funcionar.
-¿Entonces me vas a botar pal carajo?
Oto se acercó y le pasó la mano por el pecho jugando con los vellos.
-¿Cómo te sientes?
-Me siento bien, estoy bien. Tan bien que quiero hacer el amor contigo.
-Estás mal.

-¿Puedes creer que prefirió que se quedara Oto y no yo, que soy su esposa?
-Ya mujer, no te atormentes más, acabamos de hacer el amor, relájate.
-Mañana estoy tempranito en la clínica, cojo un taxi y me voy.
-No vale, yo te llevo ¿Cómo vas a agarrar un taxi? A la hora que quieras yo te llevo.
-Gracias por todo Polo.
-¿Qué?  ¿Me estás dando las gracias por hacerte el amor? No es un favor, lo hago porque me gustas, quisiera que te quedaras más días aquí pero estás casada, ojalá te divorciaras.
-Eso no va a ocurrir.
Polo se quedó callado unos segundos.
-No me importa ser tu amante, lo que si quiero es que a veces duermas conmigo.
-Ya lo estoy haciendo...

-¿De verdad te hiciste la paja en el baño de la clínica?
-Coño claro, no se me bajaba, tenía que descargar, no podía salir con esa parazón, se notaba.
-¿Cómo hacías en el colegio con semejante verga si te ponías shores o se te paraba?.
-Un sufrimiento y una pena a veces.
-¿Te han cogido alguna vez?
Castro se volteó a ver a Agustín mientras manejaba y sonrió. -¿Quieres cogerme?
-No sé...no tengo el megaguevo...lo he hecho muy poco.
-Yo le echo bolas, no tengo peo, si quieres hacerlo yo te complazco mi flaco, también quiero que disfrutes haciendo otras cosas.

-Amor dejemos las peleas, mira todo lo que hemos pasado por estar peleando, hasta interrumpimos nuestro viaje.
-Hector, esto no va para ningún lado...tú quieres tenerlo todo, tener el control de todo y ser feliz mientras los demás hacen lo que tú digas. Ya basta, suficiente con esta relación. Mañana pongo la renuncia en el bufete, para cortar todo nexo contigo, la casa de Miami te la quedas, la ponemos a tu nombre y el apartamento también, me quedo ahí hasta que pueda mudarme.
Héctor apartó la sábana. -Mira como me tienes. Desde que nos quedamos solos lo tengo duro. Siéntate, quiero sentirte.
-Hector esto se acabó.
-No, por favor.

Mientras Polo la tenía penetrada nuevamente, Jimena sin mover un músculo aguantaba los embates del hombre con el enorme pene.
-Imagínate que Oto termine definitivamente con Héctor está noche. ¿Quién aguanta a ese hombre? Yo no voy a permitir que esos dos terminen.
Polo se detuvo. -Pues Jimena, ¿Sabes qué? Vístete y yo te llevo a tu casa o a la clínica, pero no pienso pasar la noche contigo. 

Ya estaban en el apartamento de Castro. Comenzó a besar a Agustín mientras lo desvestía. -Que rico flaco, me vas coger, quiero sentirte. -Volvió a besarlo metiendo su lengua lo más profundo que pudo. Agustín sintió como su pene lubricaba. Se separó del muchacho y comenzó a quitarse la ropa.
Agustín detallaba cada músculo, como se movía mientras se despojaba de la ropa, sus tetillas enormes y duras, los vellos por todo el cuerpo, su pene enorme y erecto que le colgaba un hilo de líquido. Terminó de quitarse todo.

Listo mi flaco, soy todo tuyo. 





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