jueves, 25 de marzo de 2021

Huevos revueltos. Capitulo 74

 


Berta llegaba a la iglesia, se fue a la parte de atrás y en la casa no estaba Ramón, escondió la bolsa de su compra, buscó una pañoleta para ponérsela en la cabeza y taparse el cabello para que no se lo viera. Entró a la iglesia por la parte interna cuando se acercaba a la entrada lateral escuchó voces y llegó hasta la puerta. Vio a una mujer hablando con Ramón, él le tenía las manos tomadas.

-Ay padre espero que pueda ayudarme con mi hijo, está muy rebelde y apenas tiene ocho años.
-Claro señora Paula, tráigalo cuando quiera que yo la ayudo con eso.
-Desde que murió mi esposo todo se ha vuelto cuesta arriba y el niño ha sufrido.
-¿Usted es nueva en la urbanización? No la había visto. 
-Si padre, tengo apenas dos meses en la zona, vengo a misa pero hoy fue que lo ví solo y me acerqué, me daba pena.
-Ninguna pena, cuando quiera viene, vivo atrás y podemos conversar.
-Me encantaría poder ayudarlo aquí en la iglesia.
-Toda ayuda es bienvenida.
-Gracias por todo, bendición padre.
Ramón entró a la iglesia, Berta se ocultó detrás de la enorme puerta esperó que se fuera y salió ella. Buscó en su cartera unos lentes oscuros y se los puso. Persiguió a la mujer y la agarró antes que llegara a la fachada. Le tapó la boca y la llevó hacia atrás.
-No se te ocurra ponerle el ojo al cura zorra, ya ví tus intenciones. -Berta hablaba con una voz ronca. Sin quitarle la mano de la boca le estrelló la cabeza contra la pared y la mujer cayó al suelo desmayada, la arrastró hasta un pequeño depósito, abrió la puerta de metal y dejó el cuerpo ahí cerrando la puerta. Buscó algo para bloquear la puerta y vio un candado abierto. -Esto, nadie te va a sacar de aquí, maldita golfa, Ramón es mío. -Puso el candado y con dificultad, por lo oxidado que estaba, lo cerró. Tomó la cartera de la mujer y la lanzó hacia el terreno de al lado que tenía el monte crecido.

Berta entró a la casa por la parte de afuera.
-Padre ya llegué.
-Estoy en el cuarto. -Berta se quitó el pañuelo de la cabeza, los lentes y el vestido, quedando en la ropa interior blanca de encaje que había comprado. Caminó hacia el cuarto.
-Aquí estoy padre, lista para lo que pida.
Ramón estaba en interior sobre la cama leyendo, levantó la mirada y la vio. Tragó saliva. Detalló a Berta desde el cabello hasta los pies. Berta se dio la vuelta para mostrarle el hilo, se sonrió y  bajó la espalda dejando que Ramón le viera las nalgas abiertas.
-Coño Berta, ¿Qué te hiciste? - Se levantó y ella volvió a voltearse acercándose al cura.
-Meta la mano padre, aquí, ay, arde un poco aún, ¿Que siente?
-Estás peladita, que zorrita eres, te depilaste, que rico. Ramón le metió las manos en la ropa interior por las caderas y comenzó a bajarla mientras se agachaba. Cuando su cara quedó frente a aquella vulva depilada, comenzó a lamerla. Berta comenzó a lubricar y Ramón se masturbaba.
-Padre quiero que me penetre.
-Claro que lo voy a hacer. -Se levantó la tomó por el cuello y la besó para luego tumbarla en la cama.
Luego de media hora de sexo salvaje, Berta se retiraba de encima de Ramón, se había tragado el semen. Se tumbó a un lado.
-Eres toda una perra en la cama Berta y ahora con esto que compraste uuuf.
-Y tengo más pero no se lo voy a mostrar ahora. Vistase que tiene misa.
-Voy a oficiar misa muy muy relajado.
-Yo me tengo que ir a casa a cumplir como esposa. -Se levantó de la cama y Ramón le dio una nalgada.

Berta llegó al edificio, se puso el pañuelo y fue a casa de una vecina amiga.
-Necesito que te quedes con mis dos hijos pequeños, hazles unas cotufas y le pones una película. Necesito quedarme sola en casa con José David.
-Bertaaaaa, vas a tener guerra hoy, ja ja ja, dale tráelos. 
Llegó con cuidado a su casa, fue al cuarto de sus hijos, les dijo que se arreglaran y bajaran a casa de la vecina sin hacer ruido. Les dio galletas dulces y chocolates.
Fue a la habitación de David.
-¡Mamá! Toca antes de entrar.
-Haz silencio y escúchame. Te quiero fuera de casa esta noche, ve a ver donde duermes, en casa de Jorge, en un hotel, no sé, pero no te quiero en casa.
-¿Vas a matar a papá?
-Si, pero a punta de sexo.
-Ya, no me des más información. ¿Y tú pretendes que yo me vaya a la calle sin dinero. -Berta sacó la tarjeta de crédito de José David y se la dio a su hijo.
-Úsala.
-Mamá, cuando entres al cuarto mi papá te va formar un peo y disculpa la palabra, no sabes cómo se puso cada vez que le llegaba un consumo tuyo.
-Déjame eso a mí, tranquilo, tú vete de casa y déjame con tu papá, ¡pero ya!.

David se fue sin hacer ruido. Berta llegó a la habitación, cruzó la puerta y se quedó ahí parada. José David estaba en interiores haciendo un crucigrama con los lentes puestos y la lamparita encendida.
-Vaya, hasta que llegaste, la derrochadora de hoy se dignó a llegar a casa y el celular apagado. -Berta se quitó el pañuelo, sacudió su cabellera y luego dejó caer el vestido. Aunque estaba en la penumbra, José David veía algo distinto, algo que le gustaba.
-Mierda...

Ramón estaba acostado revisando unas planillas del instituto donde da clases. De repente empieza a escuchar unos golpes, pero no le prestó atención hasta que se incrementaron y escuchó a alguien pedir auxilio y ahí se preocupó. Se colocó una bata y salió buscando de dónde venían los gritos.

Cuando llegó al otro lado de la iglesia escuchó los ruidos. Venía del pequeño depósito. Le habló a la mujer y esta se calmó y feliz de que la encontraron.
-¿Quién la metió ahí? ¿Y este candado de dónde salió? Tranquila que ya la voy a sacar, soy el padre Ramón.
-Padre, Padre, soy Paula, hablé con usted esta tarde.
-Señora Paula, ¿Pero quién la encerró?.
-No sé, un loco o loca, no pude distinguir, me agarró por detrás.
-Aquí hay una pala, voy a intentar romper el candado. 

Berta encendió la luz de la habitación. -¿Te parece que esto es una mierda? Se dio la vuelta y le mostró el hilo.
-Coñodelamadre. -Se puso de pie y se acercó. -¿Dónde tenías ese cuerpazo metido?
-Siempre estuvo ahí pero no lo veías. Quítame la prenda de abajo. -José David ya estaba excitado y no se había tomado la pastilla, con lo de la tarjeta de crédito se le había olvidado, le bajó la ropa interior. -Tócala. -José David puso su mano sobre la vulva.
-Te depilaste mi amor, que rico, suavecita.
-El dinero mejor gastado mi amor, ¿No te parece? -El hombre le metió los dedos y sintió como se mojaba, jugaba con los labios. 
-¿Me vas a meter esto? -Le apretó el pene que ya estaba erecto.
-Estás muy perrita Berta, me gusta, vamos a la cama para darte lo tuyo.
Berta se montó sobre José David y enloqueció, prácticamente hacia todo ella. José David estaba impactado con la actitud de Berta que nunca la había visto así en el sexo, ni de recién casados. Luego de estar media ahora cambiando de posición, José David estaba a punto de venirse y Berta se lanza en la cama boca arriba. -Acábame en las tetas. - Él se acercó a ella arrodillado en la cama y se masturbaba hasta que acabó en el pecho de ella que restregó el semen en sus pezones y luego se metió los dedos en la boca.
-No se qué coño le está haciendo el cura ese, pero está Berta tan perra me encanta, Dios mirále esa cuca, nunca se la vi depilada y se ve hermosa y no me hizo falta las pastillas, esta mujer me enloqueció hoy.
-Para que no digas que no te complazco en la cama, hasta lencería compré, me depilé, me cambié el look.
-Sigue así mi amor, me encanta esta Berta zorra. Déjame descansar y tiramos de nuevo.

-Yo te aviso cuando volvamos a tener sexo. Voy a ducharme y a dormir, estoy agotada, he tenido un día muy movido.




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